NIÑOS Y PANTALLAS
El confinamiento en casa de los niños en el Perú está
limitando sus actividades de entretenimiento y socialización, claro está que se
busca reducir los riesgos de contagio, sin embargo esta limitación sumada a la
angustia y ansiedad propia y de los familiares por el encierro trae como
consecuencia: aburrimiento, angustia, ansiedad, etc., es por ello que muchos
padres permiten el acceso de sus hijos a muchas horas de televisión, consolas
de PS, computadoras o teléfonos celulares, buscando que se “entretengan” o
dejen de “molestar”.
Muchos niños pasan frente a las pantallas muchas horas del
día (algunos hasta de madrugada), otros han llegado a sustraer dinero de sus padres para apostar o
comprar “premios” en juegos en red, he conocido casos que usan furtivamente la
tarjeta de crédito de familiares para esos fines, algunos si no logran sus
“metas” se ponen ansiosos, con riesgo de reacciones agresivas hasta violentas y
exigen hasta chantajean si no se les permite “jugar” o conectarse a “chat´s”
con personas que no conocen, con los riesgos que ello supone.
Muchos niños se entristecen, se irritan y se sienten
frustrados cuando ven la gran oferta de juguetes que se ofrecen en redes,
plataformas o TV y que probablemente no lograrán tener, generando desilusión.
También está demostrado que la preferencia por la comida chatarra y el
consumismo tiene como influencia principal el “bombardeo” de anuncios y
publicidad, además de ir creciendo alejado de la realidad por el pobre contacto
social.
A ello hay que sumar el riesgo de tener una vida sedentaria,
que en la etapa adulta lleva a desarrollar obesidad o problemas cardíacos,
asimismo podrían desarrollar adicción a los juegos de apuestas, casinos,
tragamonedas, casas de apuestas, he conocido casos de adultos que juegan toda
la noche, otros gastan el dinero destinado al consumo familiar, etc.
En el caso de los niños, al exponerlos muchas horas a una
pantalla puede reducir su agudeza visual, la coordinación ojo-mano,
dificultades de percepción visual, perdiendo la perspectiva y dimensiones que
el sentido de la vista normalmente desarrolla,
porque no es lo mismo ver una escena de la realidad (por ejemplo en un
parque) que ver un vídeo en una pantalla de TV de 50 pulgadas, en una pantalla
de computadora de 20 pulgadas o en un celular con pantalla de 5 pulgadas, vale
para los juegos, vídeos y tareas escolares.
También al estar expuestos los sistemas sensoriales de la
visión a la sobre-estimulación de las pantallas puede tener problemas para
conciliar el sueño y si además se expone a un niño a imágenes de terror o
sexualizadas, el desvelo, el pensamiento erotizado, o las pesadillas son
inminentes, y peor aún si los niños
tienen TV, computadora o teléfono celular (o todo junto) en el dormitorio, ya
que no tendrá límites de hacerlo durante la noche, exponiéndose a más riesgos.
Es imposible en estos tiempos que los niños o las personas
en general se desconecten de la vida virtual, sobre todo por la gran cantidad
de información que allí se encuentra, ya sea por el tele-trabajo, las redes
sociales, la comunicación con amigos y familiares, las clases escolares y
cualquier curso que una persona elige seguir, lo importante es separar lo vuelo
de lo malo, lo recomendable de lo adictivo, la realidad de la fantasía, el
exceso o los limites.
En el caso de los niños son los padres quienes deben
determinar los límites de uso, ya sea en el tiempo de acceso y las páginas web
que frecuentan. Aquí algunas recomendaciones:
- Empezar acceso a las pantallas lo más tarde posible,
04 años en
adelante (con
excepción de las clases escolares virtuales).
- Juegos y vídeos de acuerdo a la edad del niño.
- 02 horas al día como máximo para videojuegos, en tiempos
compartidos mañana y tarde.
- A la hora de alimentarse no encender ninguna pantalla y
propiciar
el diálogo.
- No instalar pantallas en los dormitorios.
- Apagar el celular cuando juegas o conversas con tu hijo.
- Teléfono celular propio a partir de los 15 años.
Menos pantallas, más lectura y/o tiempo de juegos.
Ricardo MATIAS FUENTES.
Lima - Perú.
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