SIN PODER DECIR ADIÓS.
El 08 de abril del 2021 se reportaron en Perú 5,305 nuevos casos confirmados de contagios Covid-19, ese mismo día fallecieron 307 personas por complicaciones de la enfermedad, otra cifra alta en lo que va de la pandemia. El número de fallecidos por Covid-19 es muy variable pero está en alza, según el MINSA desde que se inició la pandemia han fallecido 54,285 personas, aunque extraoficialmente se conoce que son muchas más.
En
los últimos meses, indistintamente de la edad de las personas, escucho en
consulta frases como:
-
“Se lo llevaron a la clínica y no lo volví a ver”
-
“Nos despedimos en la entrada del hospital, luego una enfermera se lo llevó”
-
“Él me dijo que iba a regresar y no regresa”
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“Me quiero matar para poder ver a mi papá”
-
“Yo le contagié y por eso murió, no lo puedo soportar”
-
"Él tenía miedo a ir al hospital, murió en casa, ahora me arrepiento de no
haberlo llevado a la fuerza”
-
“Me llamaron del hospital para reconocer su cuerpo a 05 metros de distancia,
fue la última vez que la vi”.
En
tiempos de alto contagio están prohibidos los velorios o reducidos a su mínima
expresión, los familiares “velan” la ropa, fotos u otras pertenencias de quien
falleció, intentando con poco éxito cumplir con el ritual de despedía. Hay una
norma legal que detalla los procedimientos en que deben realizarse, hasta
limita el número de personas que ingresa al cementerio para el sepelio y
detalla que las autoridades pueden proceder a la inhumación si la familia no se
apresura en el retiro del cadáver de los hospitales.
El
velorio y posterior sepelio tiene un significado emocional importante, provee
la oportunidad de rememorar al ser querido, honrar su memoria, es un ritual
simbólico que nos ayuda a “cerrar el círculo”, es decir, asumimos y aceptamos
que la persona falleció, que lamentamos
y honramos su partida y que lo despedimos como se merece. Además en algunas
regiones del interior del país los velorios y sepelios incluyen cierta
algarabía y banda de músicos.
Cuando
ello no sucede y se dan sepelios acelerados, sin velorio, (claro está que el
objetivo es evitar más contagios), donde no hay lugar para abrazos, ni
homenajes, cuando la despedida es a “distancia” y muchas veces con el ataúd
herméticamente cerrado, no hay espacio para la resignación y se siente mucha
incertidumbre, queda una idea inconclusa que da origen a la nostalgia, quedamos
“enganchados” al recuerdo del fallecido, con sentimientos de culpa, cuya
intensidad de dolor está relacionada al vínculo afectivo que tuvimos con él o ella.
¿Cómo
podemos honrar la memoria de un ser querido que ha fallecido y a quien no hemos
podido acompañar y despedir en sus últimos momentos?, podemos celebrar fechas
que eran importantes para esa persona, organizar rituales religiosos, continuar
su legado, imitar sus ejemplos, seguir sus enseñanzas, replicar lo bueno que
hizo y que enseñó. Pero en casos extremos, como por ejemplo depresión profunda
ya es necesario acudir a psicoterapia.
Esta
demás decir que te cuides, porque ya lo sabes, pero cuídate, ahora más que
nunca.
Psic.
Ricardo MATIAS FUENTES.
Lima
– Perú.
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